ME CAIGO DE GUAPA. Divagaciones de una pretty woman

Si es que me veo guapísima esta mañana. Me veo, me veo. Mi nuevo corte de pelo me encanta y además me han dicho mis amigas que me favorece un montón (y ellas saben mucho de eso), el look que me he montado con la ropita vintage que tenía en el armario es súper cool (quién dijo que un abrigo de hace 8 años está pasado…eso es vintage y del bueno) y qué bien me sienta el Russian Red de Mac en los morritos… Si es que me veo cual diosa de la belleza meneando la melena al aire y luciendo estilo… Sí, soy divina, lo sé… sólo falta que a mi paso suene el ‘Pretty woman walking down the street…’

Hasta llegar a la tienda para comprar algo tan cool, como patatas para la comida y caerme al suelo de culo… sí, de culo.

Sí, yo solita, sin tropezar ni nada. Sí, con gente alrededor mirando. Sí, al lado de la caja de patatas, allí tirada en el suelo moviendo las patitas hacia arriba como las tortugas… Ni qué decir tiene que todo el glamour que tenía esa mañana se fue al garete y pasé de sentirme divina a sentirme como un tubérculo más.

Intenté levantarme toda digna, como si el colorado de mi cara fuese fruto de haberme pasado con el Benetint en las mejillas, pero no, era rojo pavo del sofocón de la situación.

Tuve, cómo no, que escuchar algunas risitas maliciosas a mi alrededor, pero preferí no mirar, pagué las dichosas patatas (patatas cool -léase ‘cul’-) donde las haya) y salí por la puerta de la tienda sigilosamente, intentando recuperar algo de mi dignidad perdida entre tubérculos.

Pero no pude.

Demasiadas manchas de tierra -de las patatas- en todo el culo, para mimetizarme con ellas. Así que decidí irme a casa, volver al chándal y las zapatillas y dejar descansar a la diosa divina.

Ya intentaré ser pretty woman otro día, cuando tenga que ir a comprar algo light, que es mucho más fashion.